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Las actividades agrícolas y ganaderas en los paisajes del altiplano boliviano, han estado muy relacionadas en diferentes tiempos bajo las características de un clima propio de las regiones áridas con una distribución corta y estacional de la lluvia y bajas temperaturas en gran parte del año. Bajo estas condiciones limitantes hasta hoy, funcionan los sistemas productivos basados en la crianza de llamas y la producción de la quinua que se incrementó por los altos precios en relación a hace 15 años atrás. Estos sistemas presionan fuertemente sobre la cobertura vegetal escasa, basada principalmente en t’olares (arbustos) y pastizales, pero principalmente la presión sobre el recurso suelo el cual tiene indicadores de degradación agravado por la baja disponibilidad de agua. Mirando el horizonte del Cambio Climático y sus posibles escenarios, informes como el del Panel Internacional del Cambio Climático pronostican un incremento de la temperatura entre 2 y 5 ºC para el año 2100. Las proyecciones para la precipitación varían entre diferentes regiones en los Andes con aumentos en algunas como el altiplano sur y centro donde podría haber un incremento entre 50 a 100 mm/año. Estos escenarios pueden tener implicaciones para la ganadería del altiplano boliviano por sus efectos en la disponibilidad de forrajes y condiciones ambientales para los cultivos como la quinua.

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